De Karbala a Gaza, el legado de Husain (P) inspira una resistencia viva contra la injusticia que ningún poder ha logrado silenciar.
Llega nuevamente esa época del año en la que las voces de la verdad y la justicia más allá de etnias, sectas e ideologías se alzan al unísono para honrar al «Señor de los Mártires», quien redefinió la resistencia y el coraje moral en las áridas llanuras de Karbala hace catorce siglos.
El levantamiento del Imam Husain (P) en el año 61 de la hégira (680 d. C.) contra el gobierno tiránico de Yazid no tiene parangón en la historia humana, y sigue inspirando a defensores de la justicia y la verdad en todo el mundo.
Husain ibn Ali (P), el amado nieto del Profeta del islam (P), no luchó por poder, prestigio ni privilegios. Se plantó en la encrucijada entre la verdad y la falsedad, la justicia y la tiranía, la dignidad y la ignominia, y eligió estar del lado correcto de la historia.
Como escribió el poeta Iqbal Lahuri: «Husain (P) regó el jardín seco de la libertad con la ola impetuosa de su sangre, arrancó de raíz el despotismo y despertó a la adormecida nación musulmana».
La batalla de Karbala no fue por dominio político, sino una confrontación entre la sangre y la espada. El Imam Husain (P), junto con 72 fieles compañeros, se enfrentó a un ejército de 30,000 hombres armados. La elección era clara, y el objetivo, basado en principios Divinos.
Cuando el gobernador de Medina, Walid ibn Uqbah, le exigió jurar lealtad a Yazid, Husain (P) respondió con una declaración que aún resuena en los corredores del tiempo: «Un hombre como yo no puede jurar lealtad a un hombre como él».
Cada año, durante el mes de Muharram, los fieles renuevan su compromiso con los principios eternos que el Imam Husain (P) encarnó con sus actos en Karbala. Estas conmemoraciones no son simples rituales de duelo, sino actos vigorosos de resistencia: una reactivación de la voluntad de decir la verdad frente al poder, tal como hizo Husain (P) con su sangre, y su hermana Zainab bint Alí (P), con su palabra, tras la tragedia.
El mensaje de Karbala es intemporal. En la Ziyarat Ashura, los creyentes suplican:
«¡Oh, Dios!, concédenos el honor de alzarnos por la justicia…»
Es una promesa de llevar adelante la misión de Karbala dondequiera que impere la injusticia.
No es una exageración decir que Gaza es la Karbala de nuestro tiempo. El levantamiento del Imam Husain (P) contra el corrupto y despótico régimen omeya no es solo una página del pasado, sino un espejo que refleja nuestro presente.
La frase repetida hasta el cansancio, «Cada día es Ashura y cada tierra es Karbala», nos recuerda que la lucha entre el derecho y la fuerza no está limitada por el tiempo ni el lugar. Ayer fue Karbala. Hoy es Gaza.
Los horrores desatados sobre la Franja de Gaza desde octubre de 2023 replican los gritos de los oprimidos que se elevaron en Karbala. El terror y la tiranía adoptan muchos rostros y enarbolan muchas banderas, pero su esencia no cambia. Es nuestro deber identificar al Yazid de nuestro tiempo y responder como el Imam Husain (P) nos enseñó.
«La muerte con dignidad es mejor que la vida con humillación», dijo el Señor de los Desafiantes. Desde hace 76 años, un régimen de apartheid ocupa tierras palestinas, desplaza familias, roba hogares e intenta sofocar la llama de la resistencia.
Desde octubre de 2023, más de 57 400 personas —en su mayoría mujeres y niños— han sido asesinadas a sangre fría en Gaza. Cada día allí se convierte en el Karbala de alguna familia.
Hemos visto madres acunando a sus hijos sin vida, padres escarbando entre escombros, barrios enteros reducidos a polvo, hospitales y escuelas bombardeados con total impunidad, campamentos de refugiados atacados. La crueldad del opresor no conoce límites.

Y, sin embargo, el pueblo palestino se niega a arrodillarse. Con poco más que su determinación y rectitud moral, ha enfrentado una de las máquinas militares más brutales, respaldada por potencias globales. Su resistencia refleja el espíritu Husaini: «Hasta la muerte, sin humillación».
En Karbala, un infante sediento cayó atravesado por una flecha. Un joven valiente luchó como un guerrero. Un abanderado fue a buscar agua y no regresó. Esa misma devoción corre hoy por las venas de los palestinos, que sostienen su resistencia con extraordinario valor.
El grito del Imam Husain (P): «¿Acaso hay alguien que me auxilie?», no fue un llamado a las tropas de Yazid, sino una súplica eterna dirigida a la conciencia de la humanidad. Y cada año, cuando millones marchan de Nayaf a Karbala en Arbaín (cuarenta días de luto tras el aniversario del martirio del Imam Husain), responden: «Labbaika ya Husain (¡Heme aquí, oh, Husain!)»
Relacionado: ¿Por qué son importantes los ritos de duelo por el martirio del Imam Husain (P)?
Quienes portan la antorcha del Imam Husain (P) jamás se someten a la mentira ni a la falsedad. Dicen la verdad al poder, sin importar cuán sordos sean los oídos o cuán violenta sea la respuesta.
Hoy, los palestinos encarnan esa misma negativa sagrada. Se niegan a someterse a la ocupación, al despojo, a la humillación. Por eso, Muharram no es solo un mes de duelo: es un himno de solidaridad con todo oprimido del mundo.
Como nos recuerda el Dr. Ali Shariati, la historia humana es «la manifestación del conflicto eterno entre los polos de Dios y Satanás», una lucha en la que solo cambian los nombres y los rostros. Hoy, la historia consagra el triunfo del Imam Husain (P) y la humillación de Yazid.
Shariati añade que toda revolución tiene dos rostros: la sangre y el mensaje. El Imam Husain (P) y sus compañeros ofrecieron su sangre; la Dama Zainab (P), «la salvadora de Karbala», llevó el mensaje. Y nosotros debemos continuar esa misión.
Ésa es la esencia de «Azadari» (el luto husaini): nombrar y denunciar a los Yazides de nuestro tiempo, exponer su tiranía y estar del lado de los oprimidos con convicción, valor y acción. No solo con palabras, sino con hechos y conciencia.
La tradición de «Azadari» comenzó con los cautivos de Karbala, Dama Zainab (P), Umm Kulzum (P) y el Imam Zayyad (P). Sus elegías y discursos sacudieron los cimientos del imperio de Yazid. La palabra escrita y hablada se convirtió en arma frente al opresor.
Cuando Yazid supo de reuniones en Medina que lloraban Karbala, entró en pánico y reencarceló al Imam Zayyad (P), temiendo una rebelión. Pero el espíritu de la resistencia ya había echado raíces. «Azadari» se expandió de Bagdad a Kufa, de Irán a India.
El Imam Zayyad (P) institucionalizó «Azadari». Invitó a poetas para mantener viva la memoria de los mártires, entre ellos el legendario Farazdaq, quien fue arrestado por las fuerzas del califa Hisham.
Los imames Mohammad Baqir (P) y Yafar Sadiq (P) dieron nuevo impulso a «Azadari», profundizando la comprensión de la filosofía de Karbala. El Imam Musa Kazim (P) animó a los poetas a escribir en sus lenguas nativas, ampliando su alcance.
Catorce siglos después, así como Yazid no logró silenciar el clamor de Karbala, los Yazides de hoy tampoco pueden acallar la verdad. La sangre del Imam Husain (P) sigue hablando. La misión de Zainab (P) sigue viva.
Porque Karbala no es sólo un lugar: es toda tierra donde se pisotea la verdad. Y Ashura no es sólo un día: es cada instante en que alguien se alza frente a la injusticia.
Mientras existan opresores, habrá Karbalas. Y mientras existan Husaines, habrá resistencia. Al final, el poder siempre se desvanece, mientras que la verdad perdura.