Estas son las últimas palabras del Imam Ali (P) que dijo antes de su martirio.
¡Oh, gente! Toda persona intenta apartarse de la muerte, y sin embargo, la encuentra durante una de estas huidas. La muerte es el final último de la vida hacia el que todo el mundo se ve empujado. La mejor forma de huir de la muerte es hacerle frente cuando llegue: un hombre puede morir solo una vez y para un hombre piadoso la muerte significa la vida eterna.
Cuantos días de mi vida gasté en ansiosa búsqueda del día y la forma en que observaría mi propia muerte hasta que finalmente me fue revelado. Nadie sabe que clase de muerte tendrá o cuando vendrá. Su conocimiento está oculto al hombre y el hecho es sólo conocido por Dios. No intentéis averiguarlo, está clase de búsqueda es inútil y cuando os enteréis, será demasiado tarde para utilizar tal conocimiento.
Recordad, no debéis considerar a nadie como ayudante o socio de Dios, Él es Uno. Él y sólo Él Merece ser adorado y no deberíais infligir ningún tipo de daño a la Sunnah de Santo
Profeta (PBd) por tanto, mantened firmes constantemente estos dos pilares del Islam. Mantened encendidas estas dos lámparas, nadie os censurará si protegéis atenta y sinceramente estas dos lámparas.
Cada uno de vosotros debe soportar su responsabilidad de acuerdo a su capacidad, el peso que ha de soportar el ignorante y sin educación es menor que el educado y bien informado porque Dios es Misericordioso y no abrumará a nadie más allá de su capacidad mental. Vuestra Religión es fuerte y no puede ser fácil presa del cisma y la innovación y vuestro Imam es sabio.
Hasta ayer fui vuestro guía y gobernante, con salud fuerte y vigorosa os estuve sirviendo, defendiéndoos y enseñándoos el Islam.
Hoy, solamente puedo ser una fuente de consejo para vosotros e incapaz de hacer cualquier cosa de la que fui capaz mientras tenía salud; en cualquier momento puedo dejar vuestra compañía, que Dios Misericordioso me perdone. Si sobrevivo a esta herida me someteré a la Voluntad de Dios y si fallezco, no e nada extraño, porque la duración y la estabilidad de nuestra existencia es como el tiempo pasado a la sombra de un árbol, que se mueve de un sitio a otro con la luz solar y no se mantiene fija mucho tiempo. O como la sombra proyectada por las nubes cuya posición está a la merced de los fuertes vientos, cuando desaparecen las nubes del cielo, su sombra también lo hace y así es la vida.
Hasta ayer fui vuestro vecino y compañero, estaba saludable entre vosotros. En breve veréis mi cuerpo sin alma. Lo veréis inmóvil e incapaz de hacer nada después de haberlo visto moverse, trabajar y realizar sus deberes, veréis que después de haberos hablado, enseñado, aconsejado y amonestado, permanecerá completamente silencioso. Tomad advertencia de mi silencio y la inmovilidad imperturbable de mi cuerpo, porque la visión de una persona que se mueve, que actúa, que piensa y, repentinamente se vuelve un silencioso cuerpo, quieto e inmóvil, es una mejor forma de advertencia que la mejor conferencia y el discurso más efectivo.
Deseo daros el adiós, espero reunirme con vosotros de nuevo en el Paraíso, os daréis cuenta mañana de los méritos de mi gobierno -después de mí- después de que yo haya dejado este lugar y de que veáis a otro en mi puesto, conoceréis y os daréis cuenta de mi carácter y valor.
Nahyul Balagha, Discurso 149